Viendo las cosas que acumulamos en cajones, estantes y armarios; cualquier persona se vería impelida a decir que tenemos una casa llena de trastos que crian polvo.O sobretodo: ácaros.
Pero ellos no saben la verdad.No ven más allá.
No vemos una caja vacía , vemos un cúmulo de emociones al abrirla.
Ellos verán un jarrón roto y pegado , nosotros veremos un momento una y otra vez, unas palabras y una sensación.
Es como poner una película antigua que nos encanta visionar , sobretodo la escena preferida. Nuestros objetos atesorados son como esa escena que nos apasiona y cada vez que los miramos nos teletransportamos al momento en que lo recibimos o que significó tanto para nosotros.Nos gusta revivir.
Por lo que aunque nuestros allegados tuerzan el gesto y digan que tenemos cosas inservibles, nosotros sabremos la verdad.
También nos dirán que son cosas que nos anclan al pasado y no está bien, o que de nada sirve tenerlas. ¿Pero porque no está bien? ¿Que mal puede encerrar guardar una carta antigua, un anillo de amistad o un peluche que ya ni es suave?.
Cierto que se crea un bucle extraño en cuanto vamos guardando cosas y se nota a medida que pasan los años y la casa se vuelve un museo antiguo. Recuerdo en un programa de televisión una señora que vivía envuelta de muñecas antiguas, visillos y plata barata. Parecía la vuelta a los años 50. Yo nunca pensé que su casa era horrible o cuánta "porquería". No soy nade para juzgar el alma y corazón de nadie que haciendo determinadas cosas , es feliz. Porque si a esta persona que le encanta ponerse pamela y tomar el té en vajilla de porcelanosa y le tiramos estas cosas ¿que estaremos haciendo?. Yo diría que una especie de condena a la tristeza. Me gustó ver el rostro de ella sonriendo y enseñando sus tesoros.
Mirad mi jarrón, "¡oh!Si le falta un cachito! ". Sí, nunca llegué a encontrarlo.
Fue divertido recibirlo, porque tenía que llegar el día de mi cumple y va y se equivocaron. NO me lo esperaba y encima al ponerlo en la mesa, pesaba tanto que volcó! y se rompió en mil pedacitos. Yo me sentí muy culpable, busqué los trocitos y los enganché y recompuse. Menos el agujerito. Y pasé vergüenza al admitir a la persona que me lo envió que se había roto. Yo que tanto valoro cualquier detalle que me dan , que se me estropee es superior a mi.
Ahora lo guardo y miro con cariño. Es mi vasija rota y me lleva a las flores de colores que contenía. :)
Complicado y criticable, lo asumo.